Unidad Uno
Contextualización
Contextualización
Temas y Subtemas
1.1. Ética y moral.
1.2. Objetivación de la ética: Ética pública de mínimos y Ética Pública de máximos-historia de aprendizaje.
1.3. ¿Qué es la ética profesional? Ética pública aplicada al servicio de policía.
1.4. Comportamiento ético.
A diferencia de otros seres vivos e inanimados, los hombres (…) podemos optar por lo que parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos equivocarnos (…) parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir, es a lo que llaman ética.
(Savater, 2002, 31).
Segunda parte : Ética dentro de la profesión policial
La ética de las profesiones
Etimológicamente ética viene de “êthos”, que significa “carácter” en griego. La toma de decisiones es lo que forja el carácter de las personas. Hay dos valores clave para construirse un buen carácter: la justicia y la felicidad. La felicidad no debe ser contraria a la justicia si sabemos apreciar los valores positivos.
Cada profesión consigue bienes internos y también externos (dinero, prestigio y poder). debemos de trabajar para conseguir bienes internos y con ello conseguiremos bienes externos. Los bienes externos no deben ser la finalidad de nuestro trabajo. El bien interno en el trabajo social tiene como objeto atender a necesidades y derechos humanos insatisfechos tratando de prevenir carencias, favorecer el empoderamiento y proporcionar acompañamiento, en buena parte a personas excluidas socialmente, que se sitúan en la periferia de la sociedad. El poder es bueno si con él empoderamos a otro, es decir, damos poder a otros para que puedan hacer su vida. Ésta es la finalidad de toda profesión. Como trabajadores/ras hemos de llevar al reconocimiento y a la visibilidad a los excluidos, pasar de la etapa asistencial al empoderamiento, pero sin dejar el asistencialismo cuando sea necesario. Si una persona necesita comida hay que dársela y luego empoderar.
Es importante hablar de la ética de las profesiones y de las organizaciones. El bien interno de la práctica es lo que da sentido y legitimidad a una profesión. La intervención social es una práctica cooperativa en la que cooperan personas con distintos perfiles profesionales para alcanzar el bien interno de la práctica. Para ello hay que desarrollar virtudes. El profesional debe intentar ser excelente porque tiene que proporcionar un bien a la sociedad sin el cual la sociedad sería peor.
Adela Cortina
EL CONTADOR DE HISTORIAS - Camilo Cruz
Las orugas procesionarias
En una serie de volúmenes titulados Recuerdos entomológicos, Henri Fabre, entomólogo francés, divulgó los resultados de más de cincuenta años de observación y estudio de diferentes especies de insectos: avispas, arañas, abejas y orugas. En uno de estos tomos, Fabre comparte un curioso experimento que llevó a cabo con un tipo de gusano llamado “oruga procesionaria” o “procesionaria del pino” que abunda en muchos bosques europeos.
Durante la primavera, estas orugas abandonan el nido y descienden al suelo en una característica fila india en busca de otros árboles que invadir. De ahí su nombre, ya que se desplazan a manera de procesión igual que las hormigas
En su libro, Fabre relata que una tarde, mientras las veía desfilar de esta manera, pensó en “La parábola de los ciegos”, el cuadro del pintor flamenco Peter Brueghel. La pintura muestra a seis ciegos que caminan en fila, cada uno apoyado en el hombro del anterior. El primero de ellos cae a un río, arrastrando en su caída al segundo. El tercero, que pierde contacto con el segundo, empieza a tambalearse hacia adelante. Los que van detrás, aún no son totalmente conscientes de la gravedad de lo que está sucediendo. En la cara del cuarto ciego, se percibe su preocupación cuando siente que comienza a perder el apoyo de su antecesor; el quinto, “olfatea” el peligro y el sexto y último, todavía no se ha percatado de nada. No obstante, se da por hecho que todos terminarán corriendo la misma suerte del primero.
El tema del cuadro es una alusión directa al evangelio de Mateo, cuando Jesús dice, refiriéndose a los fariseos: “Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo”.
No es claro si Fabre fue inspirado en la escena presentada por Brueghel, pero una mañana logró enfilar a un grupo de orugas procesionarias hasta que formaron un círculo sin fin donde la primera terminaba siguiendo a la última.
Después de verlas marchar durante algún tiempo, Fabre colocó en el centro del círculo algunas hojas de pino, la comida común de este tipo de gusano. Aun así, las orugas continuaron marchando y dando vueltas en aquel círculo, ignorantes de la futilidad de su labor o de la presencia de la comida, hasta que, varios días después, todas cayeron muertas de hambre y cansancio pese a tener la comida a unos pocos centímetros de distancia y de gozar de la libertad de detenerse o cambiar su rumbo en cualquier momento.
Fabre anota que, a pesar de la aparente crueldad del experimento, la realidad es que él no interpuso ninguna barrera que obligara a los gusanos a mantener su curso, ni que les impidiera llegar a la comida. Lo que los sentenció a muerte no fue ningún factor externo. Su desgracia fue el resultado de continuar caminando sin detenerse a comprobar si su marcha sin fin los estaba conduciendo a alguna parte.
A medida que leía supe que me encontraba frente a una historia de un gran valor metafórico; el relato ideal para ilustrar la diferencia que existe entre actividad y resultados —diferencia no siempre evidente para la multitud de empresarios y profesionales que viven agobiados por la cantidad de actividades, tareas, diligencias y quehaceres que parecen llenar cada minuto de su día—. Estaba seguro de que ellos se identificarán con una narración que deja en evidencia que estar ocupados no siempre es señal de estar siendo productivos.
Es indudable que muchos profesionales que viven agobiados, que trabajan de sol a sol, que hacen lo mismo día tras día, que cometen los mismos errores una y otra vez —todo esto sin ver ningún tipo de beneficios— han caído en la misma trampa de confundir actividad con resultados. Rara vez, ellos se detienen a cuestionar el porqué de sus acciones. No tienen objetivos claros que alcanzar, ni metas concretas que perseguir, de manera que, cualquier actividad que realicen, les da igual.
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El concepto de la ética a lo largo de la historia
Los griegos fueron los iniciadores de las observaciones científicas de la realidad y de la percepción del mundo a través de los sentidos, es decir, que los conceptos del bien y el mal están atravesados por las enseñanzas, la sensibilidad y los sentidos de los individuos. De esta manera, Protágoras, en el siglo V, hizo las primeras definiciones de lo que debía ser moralmente aceptable basado en la percepción subjetiva de la realidad. A Protágoras y a los otros pensadores representantes de esta escuela de pensamiento se les llamó sofistas. Contrario a los sofistas, Sócrates tenía una posición centrada en el famoso texto de los diálogos de su discípulo Platón, el cual se puede sintetizar de la siguiente forma: la virtud está dada por el conocimiento, de esta forma, una persona será virtuosa si tiene conocimiento y así sabe de qué se trata la virtud, solo así puede discernir entre el bien y el mal. Así pues, el mal es fruto de la ignorancia. De esta manera, basado en el pensamiento socrático, la educación es lo que constituye la virtud, y esta puede hacer que la gente sea y actúe conforme a la moral. El concepto de ética ha evolucionado considerablemente desde los griegos.
El filósofo inglés Bertrand Russell, citado por Antonio Millán P. (1976) marcó una diferencia dentro de la interpretación del pensamiento basado en el concepto ético de los últimos tiempos. De manera crítica con respecto al concepto clásico de la moral, expuso la idea de que los juicios morales expresan deseos individuales y que estos deseos se convierten en hábitos sociales. Así pues, los grandes sabios o estudiosos son individuos que no son moralmente completos, ya que los seres humanos solo participan en plenitud de la vida de la sociedad y la virtud y la moral a partir de deseos que se vuelven prácticas sociales.
2 El filósofo alemán Martin Heidegger, citado por Leslie White (1982) planteaba que no existía un concepto de moral basado en el conocimiento y la virtud (entendida como verdad divina), aunque alguno puede surgir en el futuro. En este orden de ideas, afirmaba que los seres humanos se hallan solos en el Universo, por lo que no hay un Dios, ni vida eterna. En consecuencia, tienen que realizar y asumir las consecuencias de sus actos y decisiones éticas en un conocimiento constante de la muerte como fin último de la vida. Por lo tanto, lo bueno y lo malo se debe reflejar en la vida terrenal, no en la vida eterna (dada por la religión).
Clases de observación de la ética
El concepto moderno de la ética ha trascendido la visión griega de la ética de la virtud y del conocimiento, dando paso a otros conceptos más relacionados con ella, en el sentido judeo-cristiano de lo que está bien y mal, a partir del conocimiento de la ley de Dios y que, en la modernidad, ha sido reemplazado por la autopercepción del individuo y de la interpretación del mundo subjetivo, que hace que los actos estén basados en conceptos éticos completamente personales. A continuación se muestran algunas definiciones del concepto de la ética según Alice Von Hildebrand (1983) en las que es importante destacar la diferencia marcada entre el bien y el mal.
2.1. Ética de la virtud
En la ética de la virtud, los conceptos y las calificaciones morales surgen del interior del individuo. Es decir, las acciones del individuo están dadas con respecto a las reglas que regulan su comportamiento en la sociedad y en los lineamientos morales que rigen sus acciones y pensamientos internos. El concepto de maldad aparece como la ignorancia de estas reglas. Por tanto, los individuos son autónomos de regular sus acciones, únicamente basados en lo que ellos consideran que está bien o mal. A partir de allí se empiezan a calificar las acciones y de esta forma aparece el concepto de lo que se conoce como la “virtud”, que no es más que la calificación de lo que está bien o mal en las acciones de un individuo.
2.2. Hedonismo
Es el principio de la ética que rige todas las actitudes y comportamientos del ser humano, tomando como base la búsqueda constante del placer y el rechazo del dolor. De esta forma, todas las actuaciones de los seres humanos se basan en este principio y los lineamientos éticos que rigen sus acciones van dirigidos a la consecución de estos preceptos. Por medio de esta búsqueda, el individuo se permite seguir solamente los caminos que lo llevan a una consecución del placer; por este medio se puede alcanzar la perfección de los actos, ya que lo que genera placer en un individuo es el acatamiento de las reglas y la acción moralmente buena.
2.3. Estoicismo
Para la escuela estoica, el mayor bien y anhelo del ser humano es la consecución de la alegría y la serenidad por medio de la realización de la observación y la aceptación de los sucesos de la vida del ser humano, conforme van ocurriendo. De esta forma, los estoicos toman la vida con la aceptación total de los hechos, y sus parámetros éticos están dados bajo el supuesto de aceptar todos los sucesos de la vida, de una forma tranquila, lo que genera alegría y aceptación. Así pues, por medio de una visión estoica de la vida, el individuo lleva un camino ético, cumpliendo los parámetros que el estoicismo brinda a su vida, es decir, esta corriente de la ética le permite al individuo llevar un patrón de conducta en sus actos que le permite vivir de una manera tranquila y feliz.
2.4. Consecuencialismo
El consecuencialismo es un acto moralmente bueno, del cual se desprenden consecuencias positivas. Es decir, cuando un individuo actúa moralmente bien, es cuando sus actos producen un buen resultado, o una consecuencia positiva, la cual está contemplada y aceptada dentro de un sistema de leyes.Todas las acciones de los individuos están dadas por las consecuencias que ellas traen, es decir que las acciones de los individuos son buenas, si las consecuencias de sus acciones son positivas para el individuo mismo y para la sociedad.
2.5. Utilitarismo
Dentro de esta corriente, el precepto ético del ser humano se centra en que su búsqueda principal debe ser la consecución del bienestar general. Es decir que, por medio de las acciones basadas en un altruismo moral de ayuda a los demás, se comprende el concepto ético del bien. El altruismo moral es el concepto que debe regir la vida de los individuos y si todos los individuos rigen sus patrones de conducta buscando un altruismo moral (el bienestar general), entonces la sociedad podrá vivir de manera organizada y armónica.
2.6. Deontología
La deontología se centra en que un acto está bien, siempre y cuando se ciña y se atenga estrictamente a las normas previamente establecidas en la sociedad. Es decir, que en la medida que un individuo realice sus actos y estos sean acordes con las leyes, normas o acuerdos existentes, estos serán siempre moralmente aceptables, es decir, serán buenos. De esta forma, la ley es la línea que rige los actos del ser humano y es el ordenador de la sociedad. Cuando la ley es cumplida y dada a la sociedad como un ordenador, la vida de los individuos mejora en su calidad y se logra un estado de realización plena de la condición humana.
2.7. Pragmatismo
Según el pragmatismo, lo ético y lo que está moralmente bien son los actos que están acorde con las costumbres sociales imperantes alrededor del individuo y con las leyes que han permitido que estas costumbres sobrevivan a lo largo del tiempo. Es decir, los individuos actúan de manera ética y moral si sus acciones están acordes con las costumbres de cómo se han hecho las cosas. Aquí en esta interpretación del concepto de ética, la tradición es fundamental, ya que las acciones de los individuos se basan en las tradiciones que han heredado las sociedades, por medio de la costumbre. Así pues, si las cosas se hacen de un modo determinado en la sociedad, estas están bien y no hay motivo alguno por el cual deban cambiar.
2.8. La tradición judeo-cristiana
En la tradición de las religiones judeo-cristianas, la ética está basada, en rasgos generales, en el cumplimiento de los códigos de comportamiento moral y ético. En el caso de la religión católica, estos cánones de comportamiento están dados por el cumplimiento de los diez mandamientos. Así pues, cuando el individuo cumple con el código de acciones, se actúa de una manera moralmente aceptable y de acuerdo con la ley de Dios. De esta forma, la religión y todos los preceptos y enseñanzas dados por ella son los lineamientos que deben ser seguidos en la sociedad, para que se desarrolle de forma correcta el individuo. Si un individuo cumple con estos lineamientos, tiene entonces un comportamiento ético y aceptable dentro de la sociedad, basado en la tradición judeo-cristiana.
3. El individuo y la ética
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto y tomando la definición de Manuel Velásquez, el actuar de forma ética se puede definir como: “una cuestión de no seguir los propios sentimientos. Una persona que sigue sus sentimientos puede alejarse de lo que es correcto. De hecho, los sentimientos con frecuencia se apartan de lo que es ético” (Velásquez, 2004). De esta forma, a pesar de que los seres humanos tenemos una complejidad dentro de la estructura de la construcción de nuestros valores éticos y morales, es importante y muy pertinente también tener en cuenta que somos un cúmulo de sentimientos, aprendizajes y experiencias que hacen que nos comportemos de una forma determinada frente a diversas situaciones.
Estos comportamientos están dados en parte por las tradiciones, enseñanzas, aprendizajes, leyes y códigos éticos, así como también hay un gran componente emocional que dirige nuestras actuaciones. En este orden de ideas, la ética conlleva al estudio y la razón del individuo sobre la realidad que lo absorbe y lo rodea. De esta forma, es necesario definir algunas características de la ética.
• Es teórica, es decir, al hablar de ética se está hablando en un plano puramente especulativo y con base en supuestos (deber ser).
• Es general, es decir, al encontrar los supuestos, estos se convierten en ideas mucho más tangibles: virtudes, cualidades, normas, leyes, mandamientos o reglas para el buen vivir del individuo.
• Actúa dentro del plano del debate y la controversia, es decir, la ética está siempre sujeta a debates y reformulaciones de sus preceptos.
• Actúa como una forma de conciencia. Siempre sobre el plano del “deber ser”.
• Centra su observación sobre los conceptos morales, es decir, sobre lo que está bien y lo que está mal.
• Está presente en todas las actividades del ser humano
Relativismo ético.
Teniendo en cuenta las características éticas anteriormente expuestas, ahora es importante centrar el análisis en el individuo. En este orden de ideas, aparece el relativismo ético, el cual se refiere a que la orientación ética de los individuos corresponde directamente a la orientación y a los modelos dados y permeados por la cultura a la que pertenece, es decir, el relativismo moral habla y se centra sobre la subjetividad del individuo como forma particular de observar sus actos y de relacionarse con el mundo y la sociedad a su alrededor. De esta forma, sus actos dependen de lo que para el individuo y la sociedad está bien o mal, en donde no hay unos parámetros firmemente establecidos que definan claramente lo que se acepta y lo que no. Es decir, los individuos se comportan con unos parámetros éticos flexibles, basados en una moral que se rige por las conveniencias personales. En otras palabras, se actúa según lo que le conviene. Así se hace visible el concepto del relativismo, dado en la medida que la variedad de conceptos planteados por las normas sociales y las reglas de las comunidades, hacen que esta visión sea comúnmente extendida y aceptada. Al parecer, este concepto del relativismo ético es muy aceptado actualmente en la sociedad, ya que libera al individuo de la responsabilidad moral sobre sus acciones, ya que estas están ligadas directamente a la conveniencia de estas sobre los actos que realiza el individuo en la sociedad. A continuación, se muestran algunas características del relativismo ético:
• Lo que está bien o mal, en términos morales, depende de la sociedad en donde se apliquen estos conceptos.
• Si está bien o mal, será relativo al tipo de sociedad de la cual el individuo sea parte.
• Las normas y acuerdos no son de orden homogéneo en su aplicación para todos los individuos de la sociedad.
• Los modelos y acuerdos éticos están influenciados por factores externos y ambientales, lo cual hace que su aplicación sea relativa a las particularidades en donde se aplican y a la variedad de los individuos.
Esta concepción, debido a sus características, ha tenido gran aceptación por las sociedades post – modernas, en donde no existe una realidad, sino una multiplicidad de percepciones de la realidad. Y estas percepciones se deben adaptar también a las normas morales y a los preceptos éticos de la misma sociedad y de los individuos. Estos son los principios de lo que conocemos como la ética occidental, vigentes desde la implantación de estos principios en la antigüedad y reformulada actualmente para analizar la realidad en consideración de lo que está bien o mal, o de cómo se deben dirigir las acciones; esto es lo que se conoce como la crisis de la ética occidental.
La racionalización de la vida cotidiana ha generado ciudadanos, como dice la expresión popular, cortados con la misma tijera. Precisamente por ello, resultan más controlables y de más fácil manejo por parte de las estructuras que guardan el orden social, político, económico y hasta religioso. De esta forma, se puede hablar de la creación de una "jaula de hierro”, metáfora expuesta por Max Weber en su escrito de 1905: “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (Fidanza, s.f.). Es decir, que la estructura de la sociedad moderna está diseñada como un entramado de leyes, normas, códigos y mandamientos de carácter rígido que impiden que el individuo piense por sí mismo, o decida según los parámetros de su más auténtico sentir con respecto a la ética que regirá todos los designios de su vida en todos los niveles.
Se podría hablar actualmente de una “crisis de valores éticos”, pero en realidad no se trata de una crisis, sino de una reconfiguración del paradigma de la sociedad moderna. Es decir, actualmente los valores tradicionales deben ser reconfigurados y observados de otra forma, para que estos respondan a las necesidades éticas y a los nuevos retos morales que está imponiendo la sociedad actual.
La ética en América Latina
En América Latina, como en todo el mundo, la globalización es el modelo que impera dentro de la construcción de la economía, las leyes, la cultura y las políticas sociales. También hace que la producción local y los valores propios hayan sido desplazados por valores y prácticas traídas desde los centros de poder político y económico y no han sido acoplados ni adaptados a otras sociedades.. Aunque es pertinente recordar que la moral y la ética son considerados como valores de aceptación y aplicación universal, en América Latina, la aplicación de estos valores no es dada de manera uniforme ni equitativa, ya que aplica a los individuos según su ubicación social, su estatus, su poder económico y hasta sus características sociales y demográficas.
Algo que en la práctica se ha mostrado como la exclusión y las brechas de inequidad presentes actualmente en el continente, y que ha frenado el desarrollo hacia una sociedad realmente incluyente y justa para todos.
Referencias bibliográficas
Fidanza, E. (s.f.). La jaula de hierro cien años después. Consideración acerca de una metáfora perdurable. Buenos Aires, Argentina: Universidad de Buenos Aires.
Martínez, J., Fernandez, P., Serrano, M. J., Pérez, C., Prestel, C., Sánchez, Ó., & Royo, S. (2011). La dimensión moral del ser humano. España: Cidead.
Millán Puelles, A. (1976). Ética y realismo. Madrid, España: Ediciones RIALP.
Von Hildebrand, A. (1983). El personalismo ético. Madrid, España: Palabra.
White, L. A. (1982). La ciencia de la cultura: un estudio sobre el hombre y la civilización. Barcelona, España: Paidos.
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